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La vitamina C o antiescorbútica que debe su nombre a su principio activo, el ácido ascórbico, es un nutriente esencial para vivir, soluble en agua, que no se puede almacenar en nuestro cuerpo como reserva; por lo tanto, se necesita consumirla tres veces al día y nunca puede existir un exceso de Vitamina C en sangre, porque inmediatamente es eliminada por los riñones en forma de ácido oxálico.
El único animal que no tiene la capacidad biológica de producir Vitamina C dentro del cuerpo, sino que tiene que buscarla de una fuente externa como es la alimentación, es el ser humano; en cambio muchas plantas y animales, como el leopardo, por ejemplo, producen Vitamina C dentro de su cuerpo a partir de la glucosa, sin necesidad de comer alimentos ricos en Vitamina C como frutas y vegetales.
La única fuente de vitamina C en el planeta Tierra son las frutas y vegetales, y el ser humano presenta una gran deficiencia de esta vitamina, ya que la alimentación moderna no ha creado el hábito de comer estos alimentos, porque no han sido considerados como una fuente de nutrición real al decir que no alimentan, que no llenan y que solo es alimento para pájaros.
La Vitamina C es un poderoso antioxidante que evita la oxidación de nuestras células, ya que con las actividades normales como metabolizar, comer, respirar, digerir, ejercitar y producir energía se crean unas moléculas que producen envejecimiento prematuro y se llaman radicales libres, y son capaces de enfermarnos, ya que le roban electrones a nuestras células normales dejándolas vulnerables, pero al consumir cítricos se neutraliza este dañino efecto.
La Vitamina C es uno de los principales ingredientes en la producción del colágeno, proteína importante que tiene la función de fortalecer el tejido conjuntivo del cuerpo; por lo tanto, ayuda a mantener una piel firme, joven y suave, huesos fuertes, cartílagos duraderos, uñas resistentes, pelo inquebrantable de raíz, arterias sanas y flexibles, articulaciones bien lubricadas, músculos tonificados; es decir, esta es la vitamina de la longevidad.
La Vitamina C fortalece la pared de las arterias proporcionándoles mayor flexibilidad y haciéndolas más resistentes al acelerar su poder de cicatrización para que no se agrieten y se inflamen, evitando así la formación de placa de colesterol.
La mayor concentración de Vitamina C la encontramos en los glóbulos blancos como leucocitos, neutrófilos y en las glándulas supra-adrenales; por lo tanto, esta vitamina interviene en el fortalecimiento del sistema inmune, evitando resfriados frecuentes y disminuyendo los niveles de estrés en nuestro cuerpo.
La falta de hierro es la deficiencia más frecuente de los seres humanos y la razón principal se debe a la falta de consumo de Vitamina C, ya que la absorción de hierro se realiza en el estómago en compañía de esta vitamina, evitando la anemia y las encías sangrantes del escorbuto.
La Vitamina C es importante para la fertilidad, debido a que niveles altos de esta amina se encuentran en los testículos y el cuerpo lúteo.