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Nuestro cuerpo nos da señales y nos hace un llamado de que el hígado está perdiendo su capacidad de realizar una buena función por la cantidad de toxinas acumuladas y las más comunes son: dolor de cabeza, migraña, cólicos menstruales, sabor amargo en la boca, dolores articulares y musculares, fibromialgia, irritabilidad, intolerancia a las grasas, color amarillo de la piel y mucosas, cubierta amarilla en la lengua, ojeras oscuras debajo de los ojos, piel flácida, mala digestión de las grasas y perdida de la agudeza visual.
Tenemos que tener en cuenta que el hígado es el órgano que gobierna la visión, los músculos, ligamentos, tendones y es considerado el padre de la fertilidad y el que controla la libido (el apetito sexual). Además es el órgano que controla las emociones (depresión y melancolía) razón por la cual al día siguiente de una borrachera estamos temblorosos, nerviosos, miedosos, deprimidos y en conclusión el hombre tomador no sirve en la cama.
El hígado es el órgano más importante en la eliminación de las toxinas ya que se encarga de sacar de nuestro cuerpo las sustancias que pueden ocasionar cáncer y lo hace a través de la bilis por medio de un conducto que va del hígado hacia el intestino delgado llamado conducto colédoco.
Cuando la bilis está muy espesa no tiene la capacidad de fluir, ni circular correctamente entonces empieza a estancarse. Por lo tanto las toxinas no pueden ser transportadas y expulsadas fuera del hígado congestionándolo así de toxinas capaces de arriesgar, amenazar nuestra vida y generar en nuestro cuerpo con el tiempo un cáncer.
Las grasas animales, de alimentos fritos, la vitina de la panadería, las margarinas de los pudines, las grasas vegetales parcialmente hidrogenadas de las galletas, las azucares y harinas refinadas como el pan blanco, pancake, pasta, bollo, buñuelo, arepa harina, alcohol, y cigarrillo son los factores que hacen que la bilis se vuelva espesa y destruya la capacidad que tiene el hígado de desintoxicar.
Si el hígado funciona bien, eliminando las toxinas hacia el intestino, pero tenemos una sola evacuación al día, dificultad para evacuar, las deposiciones son escasas, no hacemos absolutamente nada y estamos perdiendo el tiempo, porque estas toxinas estancadas en un intestino lento, perezoso, toxico y sin fibra atraviesan la pared del colon y se reabsorben hacia el sistema linfático y la sangre creando una autointoxicación que significa volverse a envenenar con los desechos que ya deberían estar en el inodoro.
Cuando evacuamos una sola vez al día de manera escasa, con heces duras, secas, en tiritas, en bolitas, en cintas, con pujo, dolor y sangre indica colon lento y toxico que acumula bacterias patógenas que producen una enzima que separa las toxinas de la bilis dejando que estas queden libres en el intestino y sean reabsorbidas hacia la sangre.
La enzima de estas bacterias patógenas se llama Beta-Glucoronidasa. Para prevenir la reabsorción de estas toxinas hacia la sangre debemos consumir muchos vegetales, que además de tener mucha fibra y prevenir una sola evacuación al día, contienen un ingrediente natural llamado calcio-D-Glucarato que inhibe la actividad de esta enzima. El carbón vegetal también se une a la bilis y evita que las toxinas sean reabsorbidas hacia la sangre.
El hígado entra en peligro cuando la bilis empieza a volverse espesa ya que esta se estanca y se coagula formando los cálculos biliares generando un hígado graso enfermedad degenerativa que se le conoce con el nombre de esteatosis Hepática y que según la medicina moderna no tiene cura, cosa que es un mito falso.
La bilis es fabricada por el hígado a partir de colesterol, lecitina, bilirrubina, sales biliares y agua. Si nos pasamos de colesterol en esta fórmula que sería el aumento en el consumo de carnes animales, la bilis se torna espesa por lo tanto necesitaríamos mucha cantidad de lecitina que es la grasa que se encuentra en las cascaras de los granos y cereales para poder hacer que esta se vuelva soluble y bien liquida para que circule libremente hacia el intestino, evitando así una pobre función hepática.
Algunos alimentos que ayudan a darle soporte para desintoxicar nuestro hígado son: familia de las crucíferas(repollo, coliflor, brócoli, espárragos), remolacha, pescado de agua fría (salmón, sardina, trucha), ajo, cebolla, cebollín, aceite de la semilla de: cáñamo, ajonjolí, linaza, girasol, cártamo, nueces, almendras, avellanas, germen de trigo, frutas cítricas, vegetales verdes y mucha lecitina de soya.